domingo, 16 de diciembre de 2012

De la metamorfosis en Praga ya hablaba Kafka

Con un manojo de ganas en otras hambres, me has dejado. 
Con las tripas al aire y los miedos volados. 
Con las ventanas deshechas y el cuerpo rasgado. 

P. Martínez: Amsterdan, Noviembre '12

Y es que tras golpear y partir la carcasa, 
se ha anudado a la brisa lo que había callado.
Porque los miedos, las pautas y los años
se han cargado en geografía
y se han mudado. 







domingo, 2 de diciembre de 2012

Tercera persona del plural

"Si ya te lo dijeron mis pies descalzos, cuando se me cayó el gesto.
Cuando me pesaron las calles y me vencí al viento."

Budapest, noviembre (2012)

Tal vez sea tiempo de tirar de lente.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

En tierra de nadie

Ciérrale las persianas a esta cama. Más bonito si no amanece. Lástima que no sea giro poético romper en tercera. Pero qué importa si hay grito. No se muere en domingo. Tal vez, sí en lunes; quién sabe. Pero no en grito par, si no hay declaración de intenciones. Y que si hay salitre, ésta hoy se queda en Gaza. Que si tiembla el pulso, el cuerpo, el miedo... son las ganas que te sudan en la espalda. Y que cuando huelga la cultura que desangran, qué mejor que tatuar el quince en el izquierdo, en el impulso del vuelo que te crece y que rasga el blanco de tu historia. Porque escribir sin sábanas es tantear el esbozo. Y que aquí no hay monedas, son entrañas. Si no, ¿cómo entender que Praga se consume con las mareas de sus playas? Bendito Moldava que no tiene rompeolas, que decías. Y bendita incoherencia que te agarra de mañana cuando te haces canción. Y no. Hoy lo que suena, no es Nirvana. Y ya es noviembre.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Desescribir el recuerdo


I
Golpeas siete veces
y aciertas en palabra.
Así que tal vez,
deberías abandonarte a ese impulso azaroso,
hacerte líneas
y romper en sexta.

II
No escribiré sobre ti, juré.
Y se me avalanchan los quince vocablos con este último.
No escribiré sobre ti.
Y se me estira el punto 
y vacila en letras.

III
No escribiré,
dije,
y me golpeó el cinismo.

IV
Aunque, ahora,
sólo hay roce.

V
Acaso sabes,
¿dónde se durmió el golpe? 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Ay, cuando rompes

De esto que das una patada y sale una historia, y caes dentro. Como cuando la mirada acaba en sorbo etílico y te rindes en la acera. A veces pasa. No es llegar y romper, si eso ya lo recordé; pero... ay, cuando consigues romper. Porque sucede que un día vuelves y esto se hace hogar. Como cuando te desvelas en Bratislava y reconoces un acento amigo; pero más a lo grande, bien de brocha gorda y reservas de tinta. Y escribes. Escribes en las paredes desconchadas de un Pest que devoraste en líneas y al final cargas con una mochila regalada en florines. Que las segundas partes nunca fueron buenas, pero ¿qué hay de las segundas manos? A mí me gustan. Como las arrugas y las cicatrices de tu rostro, fuente de inspiración e historias. Regálame tu edad que te recorro en letras, pero me callo. Y así estás, ventilando los miedos con los aires del norte y el gesto ajeno. Y abres el buzón y se te agita Argentina al leerla y Rusia, y también Tallín. Que gire la geografía que yo no vivo de recuerdos, porque éstos voltean conmigo y crecen hermosos; como la panza cultivada a base de bravas, Rodamaris y bares de Atocha. Porque estás aquí, allí y en las fotografías que Kris y Leticia te regalan. Estás y eres, si es que ya se me mete el inglés en el cuerpo aunque ahora pierda forma el castellano, ganas constantes. E incluso suena mandarín de un tiempo a esta parte y el polaco se ha resguardado en la sonrisa a base de vino blanco y chocolate, de política y ¡qué el hombre no sabe que es pisar la luna! Y en la cocina suena Melendi y en el cuarto de las lituanas siguen intentando afinar pero les vence el grito y el vodka, si es que no saben que es el frío. Y tú sigues con vistas al cielo y recaes en tinta beoda en el Café V lese y te sorprendes cuando la polaca entiende y te felicita y te explica y acierta. Y, sí, creo que sufro algo así como insaciabilidad de la conjunción copulativa. Hay tanto que contar que se me impacienta el punto. Y, ya sola se golpea la tecla, pierdes el miedo y creces en alas. Y el reflejo ya ni cuestiona y te despeinas en Wenceslao. Ay, ¡cómo tira ya esto y cómo aprieta el mapa! Si es que se me enredan los palillos chinos a las manos, las cervezas a la garganta y los abrazos a mis vecinos; porque lo de las carcajadas, con gaitas o sin ellas, hace semanas que lo sufro. Bienvenido al norte, bienvenido al hogar. 




miércoles, 14 de noviembre de 2012

No es llegar y romper. Pero qué bonito cuando consigues romper.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Qué feo el fordismo doméstico

Los pechos pequeños son una inversión de futuro. También las nalgas tatuadas, para las que abonan semilla; y los zapatos de tacón, para los que se aburguesan a los treinta y se hipotecan con el adoquinado a cuestas y sin arena. Les llega el diciembre y se tiesan, y dejan de deshacer colchones para dormir en camas. De a dos, de a tres o de a cuatro; y, aun así, tan vacíos. Y la puerta revienta y se asoma Carmen y amanece. Dibuja flores con la boca y alguien desde el sofá aprieta la burla y defiende el tallo. “Siempre hay flores, aun sin raíces, capullo.” Y se acerca y se desnuda al girarse, porque de espaldas somos infancia. Y él se desgasta y le gasta la tinta en la cadera. “No hay surcos, no hay ayer y no hay tiempo.” Y Carmen sonríe. Ni ella intuye si ha sido madre, hermana o amante y recae en cicatriz por dentro. Nace el aliento frenético al ritmo de una mano que baila; y en el aire el hachís se disipa tras la última calada, antes del grito. En el suelo tres medias impacientes abiertas en canal,  mientras el roce despeina y despierta. Y el teléfono golpea a Carlos de madrugada. “Los pechos pequeños son una inversión de futuro, Carlos. Porque la gravedad los ignora y siempre vuelan. Y tú te has hecho mujer de senos mayúsculos”, y se cuelga. Y le agarra de nuevo el dolor de tripa de hace veintiocho días. Pero se arranca el traje y se abandona a la primavera descalza de Madrid. Porque qué feo el fordismo doméstico y qué bonita la emoción.  



jueves, 1 de noviembre de 2012

lunes, 22 de octubre de 2012

M y su jersey azul


Dentro arde un verano que no muere. 




domingo, 14 de octubre de 2012

A la bailaora sin zuecos

Fotografía: Roberto Greciano
¿Qué fue de aquellos pies descalzos y de la música? Póngame otra línea más, que esto se tercia turbio. Y sacó el bolígrafo y le versó un gesto; y, luego, para adentro el blanco. Soy poeta, dijo, y me sobran los miedos. Y yo que te dije que nada de malgastarse en retóricas. Mire, compadre, que yo no soy sordo y que si la calle grita yo me parto el calzado. Pero si dejas el invierno, yo me quito de coplero; que no hay llanto más feo que el que rima en consonante, ni brazo que no cure la página en blanco.


sábado, 6 de octubre de 2012

El Budapest de Capa

Y te irás. Te irás a Budapest con el cuaderno rojo bañado en tinta. Noventa y nueve años después de ver la luz, buscarás las sombras. Y ese aliento romántico que se adentró en cuerpo y que alentó esa manía de cargar con la geografía a cuestas, más allá del Pirineo. Desgastarás las suelas del nómada de Leica en mano y te creerás, quién sabe cuando, horizonte en sus paisajes. Te buscarás en el periódico y hablará de ti. Sin fotografía, ni palabra; hablará de ti y del Sena etílico que te abrazó cuando se fue la rubia. Porque aunque tú eras de quemar las ganas, de apretar el tiempo y de correr sin cara; también eras de dormir al reloj cuando te tocaban. Y es con eso con lo que me quedo; y más cuando en noviembre, casi un siglo después, (te) viaje con mochila y hambres. Que de leer(te) en libros ya he tenido bastante y que ahora, historia, sólo me sale ahuecar tu espalda. 

miércoles, 3 de octubre de 2012

A los hombres de traje


Se le adelantó de golpe todo el invierno.
Se le vaciaron las páginas y comenzó la tiretera,
que diría Ramiro.

Se abrigó de bufanda hasta las patas
y mientras, en la isla,
ardían los veinticinco grados.

(Primero el halo del humo del habano,
después la tos).

Se le apretaron las paredes al cuerpo
y poco más.
Nada de versos,
de mares,
ni de acordes.
Sólo una carta, de esas que después vuelven,
para decirles
“me quedo, acá se respira lindo.”

(Y la calle contestó, claro que contestó.
Un poeta en la esquina de la verdulería de Aurora).

Y el viento llegó a la plaza,
allá donde el gallego.
Y se escuchó queja donde el emigrante pierde las ganas,
a la puerta del hospital.
Que aquí se vende salud y ya no hay zurdos, ni diestros.
Que el de arriba sonríe;
y, abajo, los impuestos son palos.
Que nos desnudan el alma
y nos desvisten de letras;
y, a mí,
se me agarra el frío.

Que se me callan las tristezas si es por nevera;
pero no tiren del libro,
del médico
y de la casa.

Que silenciar es empezar a morir
y que al caer,
nadie se libra del peso.


Fotografía: Irene Herrero Miguel

Ni siquiera el Congreso. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Más que una ciudad de cuento

Soy un amanecer en el puente de Carlos y una calada a la orilla del Moldava. Soy una voz rasgada enredada a los acordes de una guitarra con vistas al Prazsky hrad y la gula que nos agarra cuando dejamos atrás Malá Strana. Soy la cerveza derramada en mi cuarto y en la acera, y el grito nórdico del Welcome to New Zealand. Soy el vértigo del tranvía que no se paga, la voz amiga de la gruta italiana, la queja de las duchas sin puerta y la ignorancia del turista en Staromestké nám. Soy el odio a Hostivar, el vino tinto de la vinoteka, el café del afiliado al partido pirata y el duck-duck-goose con acento estadounidense. Soy las carcajadas a tres, el inglés etílico reinventado, la música de Núria y el bus que dejamos marchar para apurar las ganas. Soy cinco meses en la capital de Bohemia; y sin embargo ahora, visto lo visto, temo que me faltarán días para crecer. ¡Qué corran los recuerdos! 



lunes, 24 de septiembre de 2012

A romper esta canción, Bohemia


Te espero en Karluv Most. Así, sin prisas ni joderes. Pero que se te atragante el tranvía de las ganas. Te espero allí, te bailo un acordeón y te busco en las luces del Moldava. Así que vente. Vente, que no es esta ciudad de trajes ni de tacones. Vente y que te pille el frío, para desvestirlo juntos en el verde de sus alturas. Vente y báñate en la nieve de diciembre y en la Studenska pivo cerveza de mis carcajadas. Vente ahora; que de cogernos, mejor que sea de madrugada. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Pongamos que hablo de Madrid

Pongamos que hablo de Madrid, de cerveza en Malasaña y del bar de Atocha. Pongamos que me acuerdo de Madrid, de la plaza y su voz, del soplo de aire fresco en Lavapiés y del sofá sureño siempre abierto. Pongamos que suena a Madrid, que saltan los acordes de Manu Chao, la noche en el Penta, las letras de Marwan y los festivales que recorrí contigo. Y pongamos, por suponer, que añoro Madrid, tal vez por sus calles, sus sueños o por los abrazos en los que me encontré. 
Me gusta pensar que Madrid se nos abrió de golpe, nos brindó la posibilidad de rasgarla de adentro y nos regaló sus ganas, para gastar sus calles y respirar sus ansias. ¡Cuántos versos e historias anudamos en sus gentes! ¡Cuántas palabras y gestos que germinaron entre carcajadas, canciones y césped! Sin embargo, me gusta más saber, con permiso de sus domingos de rastro, de sus barcas del Retiro o del sabor indio de sus platos, que no fue tanto Madrid, como sí lo fue el acierto de encontrarte. Porque al fin y al cabo, supongo que toda ciudad se reinventa así misma. Que Madrid tiene mil nombres pero ninguno como el de Sabina; porque ya sabes que si toca volver o ir, siempre Iremos por el Madrid de Sabina. 
Pero tal vez no sea sólo la ciudad del madroño. Quizás hemos saltado, dejado la vida en más rincones, e incluso concebido el mar a orillas del Atlántico. Hemos roto los páramos de asfalto que distaban del kilómetro cero, para recomenzar de nuevo y conocernos. Y por ello sé que si hemos aniquilado horas de carretera a base de recuerdos, esa maleta roja se impregnará también de las leyendas de Praga y de las historias de la Ciudad Roja. Que si algo hemos aprendido de tanto nómada de entretiempo es que partir es bañarse en recuerdo y caminar. Así que ya sabes, te espero en Alemania y en mi ciudad. 
Feliz Erasmus y felices veinte, Ire.



Pongamos que hablo de ti

domingo, 19 de agosto de 2012

Guárdame del viento

No me dejes escribir(te). 
Arráncame el teclado de raíz. 
De golpe, sin vacilar. 
Fija una zona cero 
e impídeme recorrerte en letras. 

Olvida los fonemas de mi puño 
y las palabras con las que te moldeo. 
Cállame en mi razón 
y ábreme, tan sólo, 
cuando aúllen mis ganas. 

Vete, corre, huye de mi distancia, 
cuando me impregne de cánones ajenos. 
Quema sus (y mis) dogmas occidentales
 y déjate bañar en mis alas.

 Desnúdame.
 Desnúdame de pautas, de años y de miedos. 
Desnúdame de fríos
 y riégame para florecer en tus sábanas. 

Quédate, aun siendo vuelo. 
Quédate, 
que yo, siendo balsa, 
también necesito ser puerto. 







lunes, 30 de julio de 2012

Ultreia

Práctica tras práctica, y al mando de un volante, he aprendido empíricamente lo peligrosa que llega a ser la libertad. Y si yo lo he aprendido, imagínense mi profesor; que se ha ganado a pulso (tal vez al mío) tres años de abstinencia de hipo. Fíjense que también me he dado cuenta de que el listo que pone un stop y un semáforo para regular un mismo cruce peca de toca-güevos (así a la rica diéresis, que no comparto los improperios). Y que la DGT es una panda de enclenques que por dilatar riquezas apuntan en sus libretas números que no son más que eufemismos de euros. Sin embargo, en ocasiones, la luz se cierne en sus formas y yo le sonrío a esa rendija verde donde me veo sin copiloto-con-pedales; ya que incluso en los páramos de asfalto hay impulsos que ruedan más allá de la vía. 



"Sigamos o exemplo dos 
mineiros. 
Fai falla
 lume!"

Santiago de Compostela

lunes, 23 de julio de 2012

Billete de ida

(I)

Adentrarse,
 respirar su historia  
y así rasgar, a cada paso,
 las ansias de sus gentes.
                                                                                       Me dijeron que eso era viajar. 

viernes, 20 de julio de 2012

Marina, que estoy llegando

Hace hoy dieciocho días que envolví la tinta de un bolígrafo en los pliegues de una carta. Hace dieciocho días que arañé en la distancia la ciudad autónoma de Buenos Aires y, sin embargo, en Argentina todavía no me han abierto, sin titubeos, para leerme. Y me da rabia, claro que me da rabia. Porque han secuestrado la nostalgia y no he salpicado el recuerdo a la otra orilla del Atlántico. Y me quejo y Rafa me mira y cínico ríe. "Y cuando cortabais en Madrid el tráfico, ¿no partías encuentros?" Y vuelta a reír, mientras yo destenso la muñeca. Y es que en esta ciudad Correos continúa con su huelga parcial y mis letras se almacenan en torres, entre postales y facturas. Son letras impresas tatuadas en el reglón. Letras que al ser leídas apuran el asalto al cuerpo y que, bañadas en perennidad, se agarran por dentro a la carcasa que las guarda; el alma, que diría mi abuela. Y entonces se me ensancha la risa, porque me doy cuenta de que la calle, gastando ansias, ha tomado la pluma. Al parado, al estudiante y al funcionario se le ha sumado el bombero que no apaga el fuego de las barricadas y el policía que tímido retira el casco; pero sólo aquel que no ha golpeado antes, que escribir es recordar. Y es que la acción pasa por hacer y escribir la historia. La mía, la tuya y la nuestra. Y bien sabemos que este parón es sólo el impulso de la difusión de nuestros derechos. Así que... ¡qué corran los sellos! Que yo, Marina, ya te estoy llegando. 

Manifestación 19J y Huelga de Correos en Vigo

miércoles, 18 de julio de 2012

Te pido tres días más, Ortigueira

Don´t worry, que diría Jack, que maloserá, sentenciaría a carcajadas Anxe. Que la lluvia, la mugre y los litros del tinto más barato del Corvirán saben también de quemar sonrisas y de romper en el mar. Que de exprimir las vivencias a dejarlas pasar hay un trecho; y que nosotras, tal vez por ese deje gallego, hemos saltado, sin vértigo ni vacío, allí donde el Atlántico se enreda y se atrapa en las aguas del Cantábrico. Que están los tiempos jodidos, si ya lo decía Gabriel en su Senegal del año dos mil, pero es empezar la música y arqueársele la risa y así contagiar. 
Y me gusta. Me gusta que hable de política más allá de Melilla y que haga tambalear mis lógicas en un juego cruzado de preguntas a tres. Y, sin embargo, me callo cuando pienso en la valentía al partir. Que sí, que compartimos la salitre del Atlántico, pero a miles de kilómetros. Que la geografía pesa y él todavía añade las suelas del comerciante. Admiración muda, mientras se me anudan los vocablos en los límites de mis dedos hasta hacer llaga y caer de golpe, con la decisión que rehúso, sobre el teclado. 
Y al llegar al campamento, se despide con el pecho abierto y nosotras nos sumergimos en un bucle errático de paisaje incierto donde impera el impulso, el ansia animal ajeno al eclipse de las formas. La salitre, el kalimotxo, la mugre y el sudor como excusa para recrearnos en el romanticismo que dicen perdido tras la Ilustración. Porque aún sin Leica, que por tener no tenemos ni billete de vuelta, nos perdemos por "horizontes nuevos que abren el apetito y las ganas de reír fuerte, de respirar al sol, de perderse por el mundo." Y así lo hacemos, o al menos lo intentamos. Aunque el tío que vende M y regala sexo, se ponga arisco cuando llenando bien los pulmones estallamos en carcajadas al dejar en entredicho su virilidad. Y corremos, siempre hacia al mar, para dibujar en el cielo los trazos de la Osa Mayor. Y a pesar  de que Víctor y yo seamos unos incomprendidos, la noche y las estrellas siempre tienen algo que contar, y más en la orilla. 
Y es en esa misma orilla donde lavo mis miedos, donde me desprendo de esa película difusa que nos atrapa en madrugadas urbanas. Porque ahora toca improvisar, ya sea aos grolos da crema de Oruxo, al calor de la hoguera o con el disfraz hawaiano en la carpa. Toca conocer y, por tocar, toca tocar. Y es así como viajas dando tumbos entre distancias, acortando kilómetros y asimilando que el encuentro de dos mares en el Cabo Ortegal es sólo el anticipo del roce. Ni uno, ni dos, ni tres. En tal caso, roce constante; porque para determinar gestos poco sé de cifras, porque los números únicamente sirven para cuantificar desgracias. Nada más.
Y así echamos la noche, las noches, entre humo, tragos y ganas. Absorbiendo sus días y apurando relatos de las cicatrices que les ha hecho el tiempo. Un exiliado alemán, unas pulgas hogareñas, una frutería en el Perú... y una cajetilla más que cae, mientras me fumo la historia de, ahora, mis libros. Y me doy cuenta de que lejos queda ya el cacheo policial del primer día en la autopista y que no queda otra que debullar la luna, aferrarse al saco y arrimarse al borde. Todo para dejar de temblar. Porque no es el frío el que me hace tiritar, es el miedo a abrir la tienda y ver salir a la nostalgia del recuerdo, así, sin más.

domingo, 1 de julio de 2012

- Ahuécate el pecho que esta noche te rasgo de adentro. 


Y a mí se me abrazaron los párpados al mirar. Yo ya no sé si por miedo o por ganas; tal vez, por el miedo en las ganas. 
- Sólo si vienes a romper y no a curar, que de vendas ya he tenido bastante.

domingo, 10 de junio de 2012

Náuseas

Esto, señores, se llama falta de escrúpulos.

En la calle todos uniformados y en Twitter nueve de los diez trendig topics hablan de deporte. Rajoy aprovecha la Eurocopa para anunciar el rescate y funciona. Y a mí, hoy, me aturde tanta arcada.
Un paquete de pañuelos, gracias.





jueves, 31 de mayo de 2012

Ya no hay margen para el tal vez

Querer darle sentido a mi yo de sexto de primaria, al bus y a las veinte paradas de metro que distaban de un colchón y al dos de enero de mis diecisiete. Querer (re)descubrir las cicatrices de los andenes que me recorren  en tiempo y que se tornan vísceras de mis entrañas. Querer saltar al vacío, como va a hacer ya tres junios, y ser capaz de aferrarme a la alquimia y estallar en altura, sin gravedad. Querer ser pluma de la golondrina que abraza, bañarme en tinta y caminar. 
Querer 
y hacerlo.





miércoles, 16 de mayo de 2012

De plazas llenas


La señora del cilantro vive en los suburbios de Madrid. En los bajos, si coge la línea 6, y en las galerías enmarañadas que recorren los caminos que llevan al madroño. Tiene horario fijo y su esquina es la de la derecha en la salida a Bravo Murillo, justo tres pasos por delante del señor de las carteras para abonos. En su puestecillo intermitente, que depende de la frecuencia de paso del personal de seguridad, siempre hay conversación y es espacio de reunión para la totalidad del barrio. Especialmente en épocas como éstas en las que la veneración al sol se confirma como tradición de todo buen vecino. La bachata apura fuerte a cualquier hora y las ropas al clareo inundan las baldosas en un ejemplo de convivencia en común. Las corralas acogen aleteos primaverales y  el del cuarto recita versos con acento uruguayo a cada transeúnte con falda. ¡Qué bonito ver  como el calor hace renacer el latido de la patria reconstruida en la distancia, a base de retazos de historias y de geografía!
- El sol pega hoy fuerte en el malecón, me han dicho.- Dice la mujer del cilantro.
- Mi reina, por aquí tampoco tenemos queja. 

  

martes, 15 de mayo de 2012

Indemnizar a quién


Ansiaron
y agotaron su oro, che.
Su plata ya no les sirve
para explotar lo nuestro.

(Carcajada general)

Que el españolito se ponga
el chaquetón de pinotea
que esto, asere, se pone matungo.


(Dijo el cubano)

Y... del colombiano, ¿alguien sabe algo?

En Arauca llantos
y una petrolera. 





lunes, 14 de mayo de 2012

Te he anudado
en mañanas pasajeras
a los raíles de mi entrepierna.
Te he anudado
al níveo revestir de mis entrañas
y he abatido las lógicas de mi pecho.

Se me ha agarrotado
la moneda de cambio del recluso
y mis raíces han viajado al sur
para (re)encontrarse contigo.

Sin embargo, en madrugadas como ésta
te he bebido en otros rostros
y he blasfemado tu ausencia.
Me he fingido recomponer en la rigidez de mis formas
y me ha golpeado la gélida insensibilidad del que no ama.

He creído creer
y sólo me he engañado.
Tal vez, por ello,
sea hoy tiempo de emprender el rumbo
de dar muerte, así, 
al ciclo de (mis) pretéritos inconclusos.

domingo, 13 de mayo de 2012

Empirismo científico

Mis apuntes dicen que el método cualitativo es igual de válido que el cuantitativo. Y, sin embargo, a mí esta sociedad se me atoja contraria. Tal vez debería(mos) preguntarle al banquero y al poeta.

sábado, 12 de mayo de 2012

12M15M



¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible? Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega. Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir. Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas… Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas. La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

viernes, 11 de mayo de 2012

Praça do Comércio, Lisboa

Queda el olor a café impregnado en amaneceres caducos, los arañazos en el sofá  y el aliento en el portazo. Quedan los retazos de sábanas rasgadas y la espuma de la cerveza desnuda sobre la encimera. Quedan las llaves en el cerrojo y un colchón desierto. Porque ella hace tiempo que echó a andar y hoy estará demasiado lejos. Parece ser que la cosa va de cuerpos y de carreteras. Que no hay brújulas fijas y que este nuestro Madrid no es eterno o tal vez se nos quede pequeño.   

sábado, 21 de abril de 2012

Diarios de Vigo-Verín

       Los animales de carretera convencional sólo entienden los contratos que hablan de festivales, si estos vienen escritos en servilletas de bares donde la bebida es de contrabando. Devoran cajetillas ajenas e improvisan carreras hasta Pontevedra con conocidos de tres cervezas. Bailan en curva, atajan por baches, el conductor se venga y pocos duermen. La música de sus padres demasiado alta les nubla la vista y olvidan, a ratos, la dirección del tráfico; pero a golpe de grito y de carcajada, redirigen el rumbo y al meter tercera cargan sus pulmones con salitre marinense. Son como gatos callejeros y encuentran cobijo en un banco a la espera de un tercero que agradece la paciencia con un trozo de tarta de manzana cortada con las llaves del nissan. A la vuelta, exhaustos, se anima a hablar el de la tirita en la cara y el puente de Rande saluda a la ría. Esa misma ría de la que me despedí desde un avión con destino París hace hoy dos veranos, mientras que en el asiento contiguo una historia empezaba. Esta noche, ella está a mi izquierda y compartimos perspectiva: acordamos el principio y engrasamos el aliento para no caer en punto muerto. Te espero en Ortigueira, valiente.  Recuerda, te echo de menos en los kilómetros.


Es bonito que al dormir la noche,
 nunca sepamos como va a amanecer mañana.

jueves, 12 de abril de 2012

La jubilación de la primera edad

Dice que le duele el costado izquierdo de cargar con la geografía a cuestas. Que se le ha desgastado la voz y que en la plaza tiene frío. Dice que el vino en cartón le sabe rancio y que con sus mocasines negros lo último que se le ocurre es echar a correr. ¡Qué ya no estamos para esos trotes! Dice que mañana deshará las maletas por eso de evitar la lumbalgia. Y fíjate que yo, a sus veinte años, creo que lo que tiene es una herida. Una herida abierta, en el costado izquierdo, por donde han huido el inconformismo y las ganas jóvenes de seguir luchando.

Que no limiten tu libertad.

sábado, 7 de abril de 2012

Aquello parecía Grecia

Un año más tarde y yo, todavía, con resaca. Un empacho de los buenos.



viernes, 6 de abril de 2012

Tiempo de lluvia y sequía

Sería feo olvidarme del ayer, derruir los castillos y quedarme tan sólo con la arena entre mis pies. Por ser, sería demasiado fácil. Y siempre he sabido que hacer el amor con las rocas es jodido. Pero, ¡qué gritos tras domar su (mi) piel! Porque atardecer entre cervezas y almohadas tiene un riesgo. Y bien sabemos que la vida apremia a los valientes. Por eso, si hoy me toca sangrar que sea con el morro de la botella que celebra esta noche (y las que vendrán) y con las uñas ajenas que me retienen, porque hace tiempo que corté con las raíces. Fuera huele a salitre y en el cuarto contiguo alguien se atrinchera con cerillas e incienso. Sin embargo, hoy me tambaleo al ritmo que decide la luna. No sé si es tiempo de mareas vivas. Pero tras la muerte das Fragas do Eume, siento un ardor por dentro que me quema y me ahoga, y decidido ser agua y dejarme llevar. Porque la última gota que se precipita por el desagüe embelesa, incluso, al niño ausente que madruga contemplando la belleza del Atlántico.

No hay agua más mala que la que duerme. John Steinbeck.


(Un punto y aparte, sí. Pero sin dejar los comienzos.)

domingo, 1 de enero de 2012

0

Por no hacer retrospectiva...

Enredarme entre minutos y tirar de la cuerda del sueño cuando el reloj acelere el paso, romperme vestida en el mar y desenfundar el miedo para dejarlo volar cuando el silencio espere mi primer verso. (Y un largo etc.)