viernes, 6 de abril de 2012

Tiempo de lluvia y sequía

Sería feo olvidarme del ayer, derruir los castillos y quedarme tan sólo con la arena entre mis pies. Por ser, sería demasiado fácil. Y siempre he sabido que hacer el amor con las rocas es jodido. Pero, ¡qué gritos tras domar su (mi) piel! Porque atardecer entre cervezas y almohadas tiene un riesgo. Y bien sabemos que la vida apremia a los valientes. Por eso, si hoy me toca sangrar que sea con el morro de la botella que celebra esta noche (y las que vendrán) y con las uñas ajenas que me retienen, porque hace tiempo que corté con las raíces. Fuera huele a salitre y en el cuarto contiguo alguien se atrinchera con cerillas e incienso. Sin embargo, hoy me tambaleo al ritmo que decide la luna. No sé si es tiempo de mareas vivas. Pero tras la muerte das Fragas do Eume, siento un ardor por dentro que me quema y me ahoga, y decidido ser agua y dejarme llevar. Porque la última gota que se precipita por el desagüe embelesa, incluso, al niño ausente que madruga contemplando la belleza del Atlántico.

No hay agua más mala que la que duerme. John Steinbeck.


(Un punto y aparte, sí. Pero sin dejar los comienzos.)

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