miércoles, 4 de septiembre de 2013

Poetracción

Poetracción, 11 de septiembre.

Hacerse grande en plural implica multiplicar las ganas y dividir los miedos.
Allí nos vemos.




lunes, 15 de julio de 2013

En Siria sigue lloviendo

Fuimos rayo estéril,
pigmento ennegrecido
y bostezo a media noche.
Atardecer en Siria
infancia en Bangladesh
y temblor en la aduana.
Fuimos y, por ser,
ello no fueron.

Los teletipos maniatados,
las llamadas a media voz
y la desnudez en los periódicos.
La trivialidad del llanto,
la fraternidad minada,
y la moralidad violada.

Fuimos la autoestima del becario,
la última calada del bombardeo
y el prozac en cada fotografía.

Fuimos el olvido occidental,
y, por encima de todo,
fuimos el cambia de canal 
que estoy comiendo y 
se me revuelven las tripas.
El qué pesaditos los del naval
y el de ellos sabrían que estaban firmando.

Fuimos los eternos medallistas olímpicos
de la revolución  de salón.
El despojo del nómada,
la mascota mediática
y el respirar estático.

Y aun así,
en fortaleza despótica,
fuimos también crítica airada,
prejuicios impávidos
y condescendencia modélica 2.0.

Y no supimos ver a aquellos que al ser
multiplicaban los gritos civiles
de la acción directa de nuestra comodidad.

El espejo hecho trizas
y el mosaico de vidas desmenuzado
a golpe de pesadillas que se anidan
en colchones,
cámaras
y libretas.

Mientras aseveran sus verdades.
El periodismo está en crisis.
Aunque más bien es la humanización
la que hoy está en crisis.
Desaparece entre la lluvia de metralla
que asola Siria.

Bendito Amazonas, dices.
Bendito pulmón brasileño
que entre las venas de América Latina
confía en la reactivación del cambio.

Bendito freelance, digo,
bendita alma romántica que
todavía en plena deshumanización
confía en agitar conciencias
y tiene cojones
 para mojarse.

miércoles, 26 de junio de 2013

21

´
Apurar el paso,
correr,
viajar,
saltar,
y volar.
La acción siendo,
la risa estallando
y el grito
a pleno pulmón.
La melena desgastada y despeinada,
y los colores asomando.
El flash en la noche.
El brindis de una cerveza
y un trozo de diente
que se pierde en una carcajada.
Los pies descalzos,
bañados ahora en tinta
haciendo mapa en su carrera.
La estela de un año
y tu huella
en ciudades,
rostros,
caladas
y billetes de tren.
Páginas escritas,
luego rasgadas
Y un…
la juventud es vivirse.
Saberse,
quererse
y volarse.
Así, que no dejes de hacerlo,
porque para las sonrisas
siempre hay mochilas abiertas.
Y para tu andar nómada
palabras donde encontrarte.

jueves, 20 de junio de 2013

La Galicia autóctona fue, es y será verde

Tras nueve horas de tren
y quinientos cuarenta minutos de paisaje,
queda constancia de que,
por mi circunstancia,
la muerte de un eucalipto
no me produce tristeza.
Ni rastro de empatía
en esta discriminación natural evidente.

Rechazo al eucalipto,
a su vecino el helecho traidor
y a todos aquellos ciudadanitos de a pié
que no saben que la cura de la ortiga
es la hortelana.

A todos ellos,
a los políticos madereros de las prisas del presente,
a los cohabitantes que han cambiado el pienso por cemento
y a las manos vírgenes de animal (que no de mascota),
decirles que a pesar de su sed sureña,
aquí seguirá lloviendo.

Que no hay raíces australianas,
mareas populares,
ni minería canadiense
que le robe a Galicia
esta salud
bañada en verde.


martes, 28 de mayo de 2013

Teología literaria

Cambió el rosario
por un poema
cada noche.
Así,
empezó a salvarse.

lunes, 22 de abril de 2013

Mi complemento circunstancial de tiempo

Cayó la noche
y todas sus derivadas.
Y el anochecer me recordó
que hacía un día de tu pretérito.
Y se me volvió la cabeza
contra la pared,
en un mar de sábanas.
Era yo.
Mi yo noctámbulo.
Mi ego nocturno.
Mi rabia dormida,
que en días como hoy
te echa en falta.
Y es que me faltan brazos
y me sobran llagas
en este mar
ahora de sombras.
Y abro las persianas
y esta ciudad húmeda
de frente mira
y con sorna me sonríe.
Tu yo matutino,
tu yo vespertino,
y mi yo...
tan perdido.
Mientras distan doscientos kilómetros de tu cama
desde este autobús
que no calma,
ni para.

(Autovía Madrid-Burgos)

martes, 19 de marzo de 2013

Me gustaría escribir fuerte

Me gustaría escribir fuerte,
que no en mayúsculas.
Dejar la mina del lápiz únicamente,
para simbolismos y retóricas.
Decir, por ejemplo,
el carboncillo que te grita
es el lecho en el que mueres,
los despojos del derrumbe
y el dolor de tus pulmones.
Agarrar la tinta y todas sus edades
y afianzarme, así,
en la perennidad de las voces que te hablan
y del léxico que te nace.
Y, sin embargo,
me pierdo en la boca de la catarsis.
Yo que ni sé hilvanar
naranjas con ventrículos
ni ventrículos con pulsiones.
Que lloran más las paredes de mi cuarto
y que se hacen lago en las marismas de lo húmedo.
Mientras la cama está tan seca,
la voz tan limpia
y mis manos...
tan hartas.

(De la colección "Yo nunca recité porque soy una pringui").

Después del luego

Se hizo de noche
cuando te fuiste.
Te fuiste,
y, luego,
se hizo de noche.
Me tocaste
y reí.
Aunque, tal vez, reí
y sólo luego me tocaste.
En realidad, no lo sé.
Me rozaste y
yo invertí el sujeto.
Entonces, te rocé,
y, luego, nos tocamos.
“Mira,
se ríen y se tocan,
como si se les escapase
el orgasmo de las manos.”
Y es que luego,
y sólo luego,
inquietos
callamos el beso.
Soy más postal que fotografía


Praga, República Checa (octubre, 2012)

jueves, 7 de marzo de 2013

La fortaleza del plural

No es vuelo asmático. 
Tampoco cuatro paredes. 
Ni tapiado y sin ventanas.
No es dosis de gasolina
y alas quemadas.
Es giro impávido,
errático 
y drástico. 
Es roce tántrico,
sistemático
y romántico. 
Es giro, 
es roce
y es río. 
En la sonrisa 
y en los fluidos.  
Es perder los miedos
a quemarropa.
Y arder en hoguera, 
allí,
con la boca. 
Es apurar el vértigo,
subirse a la azotea            
y reírse del escéptico.
    
Es callar,                      
sentir y...
       r
    la
vo

(Cuando sumas el plural).

miércoles, 6 de marzo de 2013

Háblame de lo importante

Cuando lo que te tengo que decir,
baila en la holgura de un haiku.

lunes, 25 de febrero de 2013

La universalización de los sin-pena

Cayó el llanto al rostro,
y las llaves al banco.
Cayeron el libro y sus letras,
el empleo y el anciano.
Caerá luego el ejército,
me dice el estudiante.
Caerá la pena
y seremos tantos.

martes, 19 de febrero de 2013

De qué pretendías huir,
si hasta Chinaski tenía a Sara.

lunes, 18 de febrero de 2013

Violencia es verte marchar

(Al día de hoy le debo unos versos. 
El título ya queda escrito.)

sábado, 2 de febrero de 2013

De la fuerza de Carmen de Diego

Sacudirme la nalga izquierda.
Eso es lo que voy a hacer,
con el tejido que viste la Plaza de Cibeles.
En un trozo de tela tanta angustia.
Y la tuya,
la mía y
la despatria.
Qué importa el estampado,
cuando hay hambre.
Y qué mal aprendí a jugar en mi infancia,
cuando de policías perseguíamos al caco.
Cuando de aquella gritábamos casa
y nos salvábamos.
Ahora ya ni patio,
ni grito,
ni casa.

viernes, 1 de febrero de 2013

#lospapelesdeBárcenas ✉

Debería reivindicarse la desnudez. Es más, reivindicarse y celebrarse. Y no sólo entre sábanas como cuando nos sudábamos el alma. Debería ser de obligado cumplimiento salir a la calle sin abrigo, al menos una vez al mes. Y gritar tan alto como lo hizo aquel niño que fuiste al nacer. Alzar la voz y rasgar el pulmón en unísono, que el canon no rompe, ni tambalea. Deberían descoserse los miedos de las botas que nos pesan, apolillarse los cimientos de sus farsas y rasgarse las solapas de sus sobres. Que en Suiza apretará el frío del invierno, pero aquí se calienta uno con tanta estafa. Que empiece el goteo de nombres que en Génova (Madrid) ya se impacienta el público, y a ver si esta tarde hacemos bingo. Así que dale a la apuesta. Haz tu cartón porque a las 20h, en el número 13, se ventilan miedos y se canta a Bárcenas y compañía. 



lunes, 14 de enero de 2013

Yo quería un nombre propio

Había una cuerda y sus piernas caducas se ventilaban en cambio de estación. Yo llegué en Otoño, y la vestí de hojas rayadas y usadas, que no escritas. Otros lo hicieron con papel fotográfico o tejidos aguados cuando tocaba hibernar. Y es que allí, las cuerdas se exprimían en arte o/e ingenio. Eso se aprende a la fuerza. La misma que utilizabas para hacer de tres cojines un colchón, La Terquedad de la Sábana Bajera (I), o para cerrar la ventana cuando la nevera sumaba cuatro bolsas cayendo tras la repisa. Y para fuerza, la fuerza que se gastaba el clavo que hubiese salvado al queso azul de su vertiginosa caída. Y es que se crece de golpe, si hay hambres y ausencias. Cómo echar de menos a una nevera (9º Edición). Y para echar de menos, mejor en compañía. Y para vivir, mejor sumando el con. Porque la 220 desde un principio se regodeó en cifra par, y vaya si acertó. Llegó tarde Noviembre, pero llegó. Y se deshizo en maletas tan rápido que me creció una hermana pequeña en el colchón contiguo en lo que tarda en morir un pestañeo. Y, ahora, este cuarto sufre de orfandad fraternal; y no, no es geografía. Son los apéndices que te nacen en las puntas de los dedos, en el costado izquierdo o en la caída desde el ombligo. Las extremidades que se  suman y te agarran. Porque ¡qué absurdo eso de las dos patas y los dos brazos, si somos raíz y sed! A tiempo se te agarrotó la bandera de la independencia al cuerpo y contra el suelo de narices te golpeó la excusa de la autodeterminación. Que sí, que cargas mochila, pero asómate al balcón del cierre; que hasta dejaste cepa en un saco de dormir con vistas al mar. Y, vaya, si hay historia. Y con ella se calzó el bolígrafo y echó a andar. Y se llenaron de ayeres las páginas que no escribiste y te asediaron, de cantidad que no de modo, fotografías y sobres que te rehicieron en idiomas, en distancias y en imágenes. Y es que ya es invierno y la cuerda, hoy barroca, te recuerda que el plural te ha crecido por dentro. Y que tal vez sea hora de hacerle frente; que ya tienes veintiuno, joder.





martes, 8 de enero de 2013

La receta de su felicidad

No escribe.
Abriría el gas antes del último verso.
O se iría a mitad de página,
como cuando le toca tender sus miedos
en terrazas ajenas.
Y es que no sabe de coladas.
¿Para qué baldas, si hay mochila?
Y tampoco enciende velas
porque sabe que se acolcharía sin soplar,
cuando el somier hablase en par.
Tal vez,
se dejaría dormir si juegan de a tres.
Se despediría al cuarto asalto
y se abandonaría a la esquina tras el séptimo.
Volvería a la carga
en cualquier bar
a grito de cerveza.
Y un amanecer más el resto del rímel,
bañado en salitre a partir de las seis,
la encontraría vestida
y sin ropa,
y con otro nombre.
Nunca se desnudó cuando la caricia se perdía allí,
en la cuna del espasmo.
Y es que su piel,
recorrida en geografías y rostros,
se abrigaba en miedos a golpe de colchón.
Y ni escribe.
Ni pregunta.
Porque en Palestina no se gastan suelas
y ella tiene siete pares
y todos de tacón.
Pero no sonríe,
como sí lo hace el televisor.
Por ello,
hoy comprará el octavo
y pedirá un gintonic en el pub.
Así, supone,
"Será mejor".