No me dejes escribir(te).
Arráncame el teclado de raíz.
De golpe, sin vacilar.
Fija una zona cero
e impídeme recorrerte en letras.
Olvida los fonemas de mi puño
y las palabras con las que te moldeo.
Cállame en mi razón
y ábreme, tan sólo,
cuando aúllen mis ganas.
Vete, corre, huye de mi distancia,
cuando me impregne de cánones ajenos.
Quema sus (y mis) dogmas occidentales
y déjate bañar en mis alas.
Desnúdame.
Desnúdame de pautas, de años y de miedos.
Desnúdame de fríos
y riégame para florecer en tus sábanas.
Quédate, aun siendo vuelo.
Quédate,
que yo, siendo balsa,
también necesito ser puerto.