Ciérrale las persianas a esta
cama. Más bonito si no amanece. Lástima que no sea giro poético
romper en tercera. Pero qué importa si hay grito. No se muere en
domingo. Tal vez, sí en lunes; quién sabe. Pero no en grito
par, si no hay declaración de intenciones. Y que si hay salitre, ésta hoy
se queda en Gaza. Que si tiembla el pulso, el cuerpo, el miedo... son las ganas
que te sudan en la espalda. Y que cuando huelga la cultura que desangran, qué
mejor que tatuar el quince en el izquierdo, en el impulso del vuelo que te
crece y que rasga el blanco de tu historia. Porque escribir sin sábanas es
tantear el esbozo. Y que aquí no hay monedas, son entrañas. Si no, ¿cómo
entender que Praga se consume con las mareas de sus playas? Bendito Moldava que
no tiene rompeolas, que decías. Y bendita incoherencia que te agarra de mañana
cuando te haces canción. Y no. Hoy lo que suena, no es Nirvana. Y ya es
noviembre.
Caos bendito el tuyo.
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