viernes, 11 de noviembre de 2011

Nuestra derrota

Aquella madrugada,
Madrid era isla, oasis y cobijo.
Nido de pretéritos oxidados
y de pulsiones de intestinos.

El mar se enredaba entre nosotros.
Transeúntes nómadas de soportales
que acorazados, a golpe de aliento,
susurrábamos desde la mirada
con heridos rasgos norteños.

Del esbozo al arañazo.
En el fondo del quinto tercio de cerveza
perdí mi falda,
al tiempo que vi morir mis miedos.

Y, ahora,
tras el reflejo del carmín desconchado
preguntas:
¿quién mejor que vos para despeinar la sonrisa?

1 comentario:

  1. Sublime. Te lo digo siempre pero sigue siendo verdad.Ojalá más gente conociese este sitio y te conociese a ti, qué suerte la de ellos. Buenas vibras ;)

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