jueves, 4 de agosto de 2011

Tolosa

Con las botas embarradas y con las uñas gastadas de agarrar momentos te recibe la ría tras once horas entre raíles que se quedan cortas anegadas de recuerdos. La mirada atrás recorre el camino hecho y se detiene allí, donde la lejía tiene sabor a cerveza. Allí, donde rasgamos la voz estallando en carcajadas.
Las piernas hoy tiran menos que ayer pero los lazos creados no hacen más que anudarse entre lo retales de esta historia. Un factor común, llámalo Tolosa, sed de ruta o destino, hizo de nosotros familia y ahora como enemigos de lo efímero nos resta recordar hasta la próxima parada.
Porque más que raro, parafraseando con descaro a Sabina, intenso fue aquel verano que no dejó de llover.


Eskerrik asko.

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